domingo, 19 de enero de 2014

LO QUE PUDO SER Y NO FUE


La temporada pasada realizamos un artículo con los casos de mala suerte que se pueden dar en cualquier jornada de caza, cualquier día, lugar o cualquiera sabe cómo llamarlo, en definitiva se da en el momento más inoportuno o deseado. Una oportunidad que se presenta para realizar el disparo que te puede ofrecer la pieza soñada y un fallo ajeno al cazador que te deja con la miel en los labios y que por supuesto te da el día o la semana entera hablando de lo que “PUDO SER Y NO FUE”. Después de 12 monterías celebradas sin ver ninguna pieza  a tiro, pero si a larga distancia, distancia que yo no comparto a realizar esos disparos tan largo que puede herir una res y no poderse cobrar y morir en el monte sin opción de su cobro, preferible dejarla pasar a ver si llegan a otros o hay están para la próxima temporada. Se presentaba la jornada en “Siete chozas”, dura por el día tan gris y amenazante de lluvia, pero no se contaba con el inoportuno vendaval, que por supuestos para la montería no es lo más apropiado. Desde un principio el lugar que me tocó en suerte o en este caso de manera obligada por la ausencia del postor D. Pepe Pitorra, era un lugar que todos les gustaría ocupar por los pasos querenciosos de las reses y que debido a mi suerte se cumple los pronósticos que estoy teniendo todo el año, NADA DE NADA. Pero ese día contaba con un motivo especial de que la suerte cambiara y poder abatir una pieza que ilusionara a mi acompañante y así poder regalarle un buen trofeo. Mi suerte y gran aliada, me dejo, de nuevo, EN LA PRÓXIMA SERA. La caza es así, si no, no sería CAZA.