Hoy por hoy, si existe una catalogación no oficial de las monterías y cogiendo un símil de los trofeo s monteros, se puede decir que esta montería iliplense es "medalla de oro". No es por el número de reses que se abate (que nunca son pocos), ni por la calidad de los ejemplares (algunos de ellos excepcionales) sino por el conjunto que supone esta montería en cuanto a que en ella se dan casi todos los caracteres de una montería: comportamiento de los monteros, lances, agarres, trabajo de los rehaleros, tiros, organización, preparación, etc.
Esta montería que se celebró el pasado día 23 de diciembre y que se ha convertido en la ya tradicional montería "solidaria" pues los beneficios obtenidos por la venta de las carnes iban destinados a una obra social, en concreto para Andrea, una niña que, debido a su rara enfermedad, necesita un tratamiento específico en el extranjero y cuya familia iliplense lleva recaudando fondos desde hace meses, es una montería que incluso en fincas cerradas pocas veces se disfruta de ella. Nos hemos acostumbrado a ella cada año, prueba de ello que esta temporada ha batido el récord de asistencia 117 puertas (entre monteros, postores, mayores , etc).
El ambiente desde primeras horas era excepcional, desde que empezamos a apuntarnos ya se notaba que era un día especial. La primera incidencia es que hubo que reorganizar las armadas, dado que aunque se esperaba se supero con creces las espectativas de asistencia. Pero nuevamente hay que quitarse e sombrero ante la organización pues existía una alternativa: se aumentó el número de armadas de 10 a 12.
Ambiente navideño que se acentuó con la también tradicional invitación de la Directiva a sus socios a una copa de vino dulce y un polvorón en nuestra Ermita de Lavapiés. Desde allí partirían las diferentes armadas. Primero las de cierre: La Juncia, la Pista Central, etc. Posteriormente las traviesas como donde yo iba.
Al igual que el año pasado, sorteando en la pista los tres postores que allí se encontraron: Gabarro, Manuel Vivas padre y Manuel Vivas Hijo ya se empezaron a escuchar los primeros tiros, pude contabilizar 32 disparos desde ese momento hasta la ubicación definitiva de nuestra puerta, la número 6 de la armada de Gabarro. Todo ello antes de soltar las rehalas.
A las 10.30 en punto, la suelta. En menos de dos minutos cronometrados, el primer lance. Parecía increíble. Pero fue una cierva, aunque daba igual porque el corazón sufre lo mismo hasta que ves la res. Eso sí, ya atisbábamos un buen presagio. En apenas 20 minutos, la puerta de nuestro lado disparaba tres veces a 5 cochinos que como el mismo montero dijo "eran 5 burros y para haber despachado 2 mínimo". Los 5 se fueron por donde mismo y hasta el año que viene. El tiroteo era incesante. Nuevamente se había cambiado la forma de soltar los perros. Montemolí es una mancha relativamente llana y larga. se hicieron dos sueltas, una con 4 rehalas desde "la juncia" hacia "el cabezo de la sepultura" y otra desde "la era las coles" hasta el mismo cabezo, monteando ambas a lo ancho de la mancha y no hacia lo largo. Buscando los encames de los cochinos continuamente, no dejando ningún cabezo por registrar y entrando los perros más frescos a los jabatos que en años anteriores que, cuando se monteaba a lo largo, los perros llegaban demasiado cansados a los cochinos.
Ahí están lo resultados, me atrevería a decir que la mejor en cuanto a jabatos se refiere: 34.
A las 11 de la mañana, después de vivir varios lances, todos ellos de ciervas y varetos, apareció el primero, un cochino que bajaba una ladera a gran velocidad después de ser tirado por dos puertas más allá y con los perros tras él, pero este montero novato de este año mostró un temple a la altura de los más veteranos, mi sobrino José Antonio, lo mandó a "roar" y directamente al charco, su primer cochino como cazador del Murallas de Niebla y, para "más inri" el que lo había fallado era su primo Francisco, motivo de burlas para la comida de por la tarde.
En apenas 3 horas y media de montería pudimos vivir 14 lances diferentes que, como decía antes, aunque la mayoría de ellos fueron de ciervas y varetos, el corazón late como si fuera un gran trofeo. Pudimos ver los dos cochinos que le entraron a Avendaño padre y que se le fueron errados. Después nos entró otro jabato que nos sorprendió por la retaguardia una vez pasado los perros y rehaleros y que también tomó las de "villadiego" con tres tiros que no tocaron pelo, pero daba igual, nuestro lance ya estaba hecho. Finalmente nos entró un venado que, con buen criterio, lo dejamos pasar pues entraba mejor a la puerta de nuestro lado que, esta vez sí, y después de fallar los 5 cochinos, dio buena cuenta de él.
Lo mejor que tiene Montemolí es que, al ser una mancha; con pocos desniveles, se está escuchando toda la montería y la tensión dura desde que se suelta hasta la recogida o más, pues se escucharon tiros incluso con los perros recogidos. Para los que nos gustan estas jornadas monteras y que disfrutamos incluso con los lances de los demás, es una montería para enmarcar. Puedes acudir a ella, no ver nada pero venirte para casa con la sensación que haber presenciado una de las mejores monterías de tu vida.
Además es una montería que los precedentes no funciona para nada, en el sentido de que porque un año una puerta o una armada haya sido espectacular, el año siguiente no tiene por qué ser lo mismo. A los hechos me remito. El año pasado, que se podía matar de todo (ciervas y varetos) la misma armada, en sus 14 puertas se mataron dos ciervas, un vareto, un venado y un cochino y poco más se vio. Este año, de las 12 puertas, dispararon todas, dos con doblete, la de Ramón Avendaño, con dos cochinos y la de Gabarro con otros dos. Se mataron 8 cochinos y 2 venados, pero se fallaron 20 jabatos y otro venado más. Gran jabato eso sí, el de Paco Belmonte que, a pesar de su experiencia como cazador, se estrenó también en esta montería con una gran boca.
Es imposible mencionar todos los lances vividos: se escucharon más de 200 tiros, los agarres que se vivieron, la gran cochina de Vicente Molina que este año mantiene un espectacular pulso por el "pichichi" con Manuel Vivas (aunque en esta le cogió ventaja, pues mató 3 cochinos y 1 venado) o el gran jabato de Antonio Gonzálaz, la impresionante boca (probablemente medalla de plata si no es más) de Juan gabarro padre, un gran venado, abatido por Manuel Ruiz del que nos alegramos todo pues este año, por motivos laborales, apenas ha acudido a las monterías y, sin apenas descansar y recién llegado de Chile no faltó a su cita con Niebla (el año pasad ya abatió otro, de los tres que cazó, también muy bueno), los dos cochinos de Javier "cabezúo", el de Juan de "la espejita". En fin un final de 34 jabatos, 14 venados y una cierva. Y eso a pesar de los más pesimistas que vaticinaban un fracaso para este año. de hecho, la frase más escuchada por la mañana fue la de "este año fracaso, que no se crean que va a ser como el año pasado". Si es cierto que en cuanto a números está lejos de la temporada pasada con sus 50 venados, 13 jabatos y 35 ciervas, pero para los más amantes de esta modalidad, los lances y la espectacularidad que dan los jabatos no las da un venado y matar 34 jabatos (sin contar los fallados) en una finca abierta como esta es "de quitarse el sombrero".
Felicitando el presidente a los Socios por las Fiestas Navideñas.
Momento en el que D. Lucas Llanes dona y hace entrega a Joaquín González, presidente, del trofeo abatido en la mancha de Siete Chozas, para la sede del Club y en honor a dos cazadores que, en palabras de Lucas "legendarios e históricos como Antonio "ranito" y José Palacios,".
Como de costumbre, la comida es el mejor momento. Todos conocidos, todos amigos y todos de Niebla. Curiosamente esta foto hace honor al logro de este Club de haber conseguido para los iliplenses lo que tanto echábamos de menos. Hilario con sus dos hijos que vive en Córdoba, Juan "el niño de la espejita" que vive en Lepe, José Manuel Malavé y Adrián Cabello que viven en Valverde . El único que vive en Niebla es Guillermo, pero todos ellos naturales "cernícalos" y que no dudan ni un solo domingo en venir a cazar a su pueblo y a comer con sus amigos. Y que siga así por mucho tiempo.
Manolo Vivas con los tres cochinos y el venado que abatió en su puerta. Tras un inicio malo, parece que ha cogido carrera en la lucha por el "pichichi" local. Aunque todavía queda
Duelo de Titanes, Vicente Molina y Manuel Vivas. Llevan la cuenta perdida este año. Entre ellos estará el trofeo de "pichichi" local. Eso sí, Vicente asusta por su espectacular regularidad, rara es la montería que no "moja"
Antonio con uno de los jabatos de mejor boca que se abatieron. Aquí lo vemos subido a la moto
Manuel batalla con su cochino y su tecker. No le hizo falta pues no le dio cuartel.
Luis Muñoz Hijo, que por fin se estrenó. Tras la tropa de cochinos en "la falda del dique", más de 30, los 14 tiros de "Siete Chozas" y los 18 tiros de ésta, por fín abatió su primer ejemplar. Buen Cochina.
El cochino con el que se estrenó José Antonio el "niño del choche". Tras varias monterías sin ver "ni rabo" su primer ejemplar.
En la puerta, con su cochino y haciéndonos fotos para el recuerdo.
En esta con su primo Francisco, que erró este cochino en la puerta número 8. Menos mal el primo y ¡todo queda en casa!
Paco con su hijo, en la misma armada del Gabarro, con este gran cochino. Buen ejemplar para un estreno. Puedo corroborar que el hijo disfrutó más que el padre con el lance.
El gran venado abatido por Manuel Ruiz "meollito". Como el año pasado en esta misma mancha, se quedó con el mejor trofeo y que, a buen seguro, estará entre los mejores del año.
La boca que presentó el Cochino de Salvador Gabarro Padre. A falta de confirmación definitiva, Medalla de Plata.
Y aquí el mejor momento que pudimos vivir. Nos dieron las 9 de la noche pero no importaba. Riendo y compartiendo lances y momentos con los amigos. Sin duda esta es la tónica de nuestras monterías y, sin duda, la de nuestro Club
Llagada las 9, ya nos deleitaba Rafael mora "El mongui" con sus mejores momentos humoristicos, manteniendo un "mano a mano" con Gabarro.